miércoles, 28 de octubre de 2015

A #MiMejorDescubrimiento




Nada como ese sentimiento visceral que crece sin llamarlo. Esas mariposas que se sienten en la panza porque sí. Creí que nunca lo iba a sentir nuevamente.


Así llegó, una noche. Bueno, varias. Apareció como el que menos me esperaba, al que veía porque el destino nos juntaba por actividades establecidas que se cruzaban y ni atención le prestaba. No me percataba que estaba ahí. Era el gracioso, el que nos hacía reír a todos, y yo, como raro, le hacía la segunda con mis chistes flojos. Nada más.

VIERNES 10:00 pm (Mensaje de WhatsApp)
Me escribe él:
-          Hola.
Mi cara de: “¿Quién me habla?”. Ubicación por scanner de rastreo en mi cerebro. Mientras llega quién es o de dónde lo conozco. Contesto un seco – Hola.
-          ¿Cómo estás?
Ya lo había ubicado y mentalmente fue como un: “pffff (esa expresión que tanto detesta), ¿este man que hace escribiéndome un viernes a esta hora?
-          Bien. Contesté.
Preguntó cómo estaba. Yo, como raro, de fiesta. Finalmente, me dijo que le avisara al llegar. Raro, pensé. Pero, al final de la noche algo me hizo enviarle un mensaje de voz:
-          Como pediste, aviso. Llegué bien.
No fue más.

Después de invitarme mil veces y de yo sacar el cuerpo otras mil, al fin le dije, que por motivos de agenda, solo tenía un martes a la noche. Propuse plan alitas y cerveza. Llegué con la misma ropa de trabajo, sin retoque de maquillaje y cara del cansancio del día.

Y ahí algo extraño pasó. Después de verlo tantas veces, de cruzar palabra como con cualquier parroquiano, la boca del estómago me dijo que ahí había algo. Algo que no sentía desde que tenía 17 años aproximadamente.

La cita duró hasta las 3:00 de la mañana que nos sacaron de una tienda de barrio porque nos bebimos todas las cervezas del mundo mundial. Me contó cosas que me dejaron azul, yo otras que lo pusieron rojo.

Al otro día moría por verlo. Ya sin el licor y a sabiendas que esto era una de las cosas más difíciles que podía hacer. Meterme con él.

Siempre me preguntaban por qué no lo mostraba. Por qué no aparecía en ninguna de mis redes, ni el nombre, ni un taggeo, nada. Era como un fantasma. Los chistes, comentarios, interrogatorios no se hicieron esperar: es casado, decían unos; es gay, es su mejor amigo, es muy feo y le da pena, es muy guapo y no quiere que nadie se lo quite, es famoso, es el hijo del presidente. Hubo para sentarme a reír a base de especulaciones.

Y ahí estaba. Mi Mejor descubrimiento. De ojos grandes. Alto. Ahí siempre estuvo y no lo había visto. Hasta ese día el mundo se volcó.



Y luego descubro, extrañamente, que mi mejor descubrimiento no es él. Siempre pensé que así era. Lo pensé cuando nos fuimos de paseo con mis amigos y me divertí tanto. Lo pensé cuando nos quedábamos eternidades hablando pendejadas. Lo pensé cuando me mostró esa parte tan oscura que cualquiera podría avergonzarse, y decidió mostrármela toda entera a mí, arriesgándose a que yo saliera despavorida. Pensé que era él mi mejor descubrimiento cuando nos fuimos a Providencia a internarnos en el paraíso ocho días, solos, sin internet, sin teléfono, viéndonos las caras siete días 24 horas y todo fue perfecto. Es más, queríamos más.

Lo pensé muchas veces. Él era mi mejor descubrimiento. Pero eso no era lo que tenía que descubrir. Tenía que descubrirme a mí. Y ahí estaba yo. Amando. Simplemente eso. Dando. Dando sin restricción, sin miedo, sin temor, metida con patas y manos hasta el fondo. Siempre me guardaba algo, era mi costumbre, nunca me comprometía con nada, con nadie, siempre dejaba puertas abiertas por si algo pasaba, por si no funcionaba, por si algo ocurría, por si me dejaban, por si me aburría, por si se nos acababa el impulso. Siempre mi amor era por partes, racional, pensado, calculado, milimétrico.
Con esa coraza que siempre tenía y que solo me la pudo quitar una persona con mucho esfuerzo, tiempo, años y trabajo.

Me sorprendí soñando cosas, me sorprendí siendo paciente. Me encontré no botando a la caneca lo que no me sirve, porque siempre sé lo que quiero y si no es como lo quiero digo un fuerte: “NEXT”.
Me descubrí creciendo, creyendo, confiando.

Para ese mejor descubrimiento solo tengo un eterno gracias. Yo no sé qué pase de acá a mañana. No sé si sigamos en esta aventura o cojamos cada uno por su camino. Pero pase lo que pase de aquí en adelante solo tengo que estar agradecida. Creo que no sabe ni qué hizo ni cómo lo hizo. Yo tampoco.

Sabemos que si seguimos son mil obstáculos los que vienen por delante. Cómo siempre me ha gustado. ¿Qué camino escoger para mí? Es obvio. El más difícil. Él ya lo sabe.

El volver a sentir es uno de los regalos más maravillosos que me han dado. Y cuantas veces tenga que hacer lo que tenga que hacer para volver a sentir, lo volveré a hacer. Porque soy humana, porque crezco enfrentándome con cosas que no puedo manejar aunque me dé rabia.


Amo que mi mejor descubrimiento haya sido yo misma.https://ssl.gstatic.com/ui/v1/icons/mail/images/cleardot.gif




domingo, 18 de octubre de 2015

Vote Smart



Amo a mi ciudad Bogotá, pero desde tiempo atrás la veo mal trecha, usada y trajeada como una prostituta que todos usan y dejan botada.

Atrás quedó esa capital que era impulsada, donde era rico andar en bici y el Transmilenio parecía una buena opción para moverse. Pero de un momento a otro todo ese progreso y proyección se detuvo. Yo tuve la culpa de ese retroceso. Tengo la vergüenza de decir que le confié  Gustavo Petro mi voto y me equivoqué. Esa equivocación, junto con la de muchos, nos costó ver a Bogotá como está ahora. Y públicamente quiero ofrecer excusas por mi desacertada decisión.

En ese momento hice un voto programático, más no inteligente por contexto. En mi familia, sobretodo mi abuela, me enseñó el valor infinito del sufragio y la oportunidad que tenemos de decidir. Me enseñaron que no había que tragar entero y leer todos los programas. Debo también confesar que mi familia es la mayoría de izquierda desde tiempo atrás (el bisabuelo Rafael tenía libros escondidos y adoctrinaba sobre el Leninismo y el Marxismo) y esa influencia la tenía marcada. Pero también tengo que decir que las personas podemos cambiar de opinión, y yo lo he hecho.

En ese orden de ideas, el programa que más me convenció fue el de Gustavo Petro: era coherente, lo leía ordenado y tenía un buen concepto de él por su labor como senador. Le di mi confianza y me defraudó. A mí y a otros tantos millones de bogotanos.

El próximo 25 de octubre tendremos una nueva oportunidad de escoger a alguien que, junto con su equipo, puede hacer que la ciudad retome el rumbo que creemos perdido.

Sé que el voto es secreto, pero nuevamente, como lo hice con las elecciones presidenciales expondré por qué no votaré por algunos candidatos y expondré la que, a mi juicio, es la mejor opción, no solo por programa, sino por su entorno político y ético.

No votaré por Pacho Santos por la sencilla razón que está respaldado por Álvaro Uribe y su Centro Democrático, partido que si bien, tiene una bancada juiciosa en el Congreso, está compuesto por personas de dudosa ética, como el líder que los representa. Para nadie es un secreto que ese señor y yo JAMÁS tendremos nada en común, excepto eso de trabajar, trabajar y trabajar.

No votaré por Clara porque es una continuidad de la mala política de Gustavo Petro, porque si bien es una mujer capaz e inteligente, está muy mal rodeada. Su grupo político tuvo mucho que ver con el desfalco de Bogotá y creo que es increíble que no supiera nada del ‘Carrusel de la contratación’ que tanto dinero hizo perder a los bogotanos. Hay que tener en cuenta que no podemos ser caudillistas y una sola persona no va a ser la salvadora de nuestra ciudad. Los alcaldes trabajan con un gabinete y ella dirigirá con la gente del Polo. ¡Que Dios nos libre! Además, ese discurso pendejo de “mujer vota mujer” y “palabra de mujer” que me lo empaquen. Yo soy mujer y mi voto no será por el simple hecho de género. Si fuese una mujer bien rodeada y con otras propuestas mi voto sería por ella. Pero no. Lo siento. Yo no quiero más de lo mismo para mi ciudad.

Mi voto no será para Enrique Peñalosa por varias razones:
1.       Creo que es una prostituta política. Se va con el mejor postor sin importar quien sea. Uribe, Petro, Mockus. El que sea con tal de llegar. Me da miedo que nos venda a cualquier extremo de derecha o de izquierda. Bogotá no puede seguir siendo polarizada.
2.       Porque siento que Bogotá es como su última opción. Lo intentó a la presidencia y como no pudo se fue al congreso, como no alcanzó al umbral, pues intentó otra vez con Bogotá. Es como si fuera la novia fea que le tocó.
3.       No estoy de acuerdo con hacer nuevamente los diseños del metro. Eso sería un retroceso.

No obstante a estas tres razones de por qué no le doy mi voto a Peñalosa, no me molestaría que quedara de alcalde. No hay que negar que es un conocedor de la ciudad, tiene grandes personas a su alrededor y es un muy buen gerente.

En ese orden de ideas,  mi voto será por Pardo. Quiero una ciudad organizada, es un tipo sereno, sensato y buen urbanista. Es un man parado. Que desde un primer momento aseguró que no se iría con nadie y lo ha mantenido. Estudioso, bien relacionado y con propuestas coherentes. Es un tipo que tiene la economía de ciudad en su cabeza y sabe la importancia de las empresas como movilizadoras de empleos y calidad de vida.

A pesar de su falta de carisma política, es un hombre con la mente abierta y que parece saber escuchar. Y a pesar de su serenidad es capaz de decir las cosas como son y por su nombre. Frentero, como me gustan. Decente, como también los prefiero. Con una carrera política loable y, al parecer hasta el momento, transparente.

Propuestas como convertir a una ciudad que funcione las 24 horas hacen que la ciudad pueda volver a mirar adelante. La fuerza que le quiere dar a la primera infancia y a los jóvenes me parece global así como su obsesión por hacer una ciudad más equitativa e incluyente contando las razas, géneros y preferencias sexuales.

En materia urbana, conceptos como los ecobarrios me parecen un hit, la colaboración de todos para el mantenimiento paisajístico; la política ambiental, como otras, da poder ciudadano y participativo. Toda su propuesta está basada en la participación y colaboración de todos los ciudadanos, lo que implica que todos tendremos que trabajar y eso me gusta. De los 199 puntos de su propuesta, hay algunos que no me suenan, pero con la gran mayoría estoy de acuerdo. Por eso, mi voto será por Pardo y esta vez espero no equivocarme.

Bogotano, lo invito a que entre a las páginas web de los candidatos, los lea y mire el entorno de cada uno y luego usted, solo, con su almohada, decida cual le parece mejor para nuestra ciudad. No vote por lo que digan las encuestas, no vote porque le da pereza informarse y vota porque su mamá o su marido votará por perencejo.

Siento decir esto pero no haga solo un voto por programa, eso no es suficiente. Mire las personas que lo rodean, mire su actuar político pasado, tenga memoria, investigue. Vote Smart. El poder siempre ha estado en sus manos. Este 25 de octubre vote y rescatemos a esta princesa que merece ser rescatada. Bogotá.