Es
increíble. Es increíble como una camiseta de una selección une a todo un país
que hace menos de un mes estaba dividido por ideologías políticas a vísperas de
unas elecciones presidenciales.
Recuerdo
la primera vez que vi a Colombia en un mundial con una selección que fue muy
buena. Fue en Italia 90 el día que le ganamos a Alemania con gol de Fredy
Rincón en el tiempo adicional. Yo había metido el TV al baño y me estaba
duchando con la cortina abierta para ver el partido. Era muy pequeña, tendría
seis o siete años, pero mi pasión por el futbol fue inculcada desde los tres o
cuatro.
Fue
así, cuando de la mano de la voz de William Vinasco, grité ese gol con el alma
y con voz de niña chillona. Brinqué, eché agua para el techo y no me lo creía.
Luego
los vi en Usa 94 con un triste autogol que por desgracia, le costó la vida a un
excelente defensa: Andrés Escobar, el caballero del fútbol.
Después,
en mi adolescencia, los vi en Francia 98 y recuerdo esa mañana reunida con mis
amigos en la casa de mi primer noviecito, ver a Faryd Mondragón enjuagado en
lágrimas por no pasar de la primera fase de grupos. Lloró con el alma. Yo
también lo hice.
Durante
mucho tiempo no existió ningún 10 sino Valderrama. Nadie lo podía superar. No
existía arquero que me inspirara tanta confianza como Córdoba y para mí Leonel
Álvarez era el que demostraba el carácter del grupo. Tenía que hacer un
salpicón de las selecciones que había conocido. Hoy siento que ese salpicón se
acabó.
Siento
que tenemos un equipo completo. Un equipo, equipo. Que va más allá de los
individualismos, son amigos, compañeros, no quieren brillar con luz propia sino
quieren ser una constelación de estrellas que brillen muy muy fuerte entre
todos.
Tenemos
a un cerrojo seguro en portería, un
hombre que con sus manos nos ha salvado de muchas: David Ospina. El que se para
bajo los tres palos para asegurar que no nos anoten goles. Con él volví a creer
en los arqueros colombianos y ahora inspira a mi hijo que quiere ser arquero de
futbol.
Tenemos
a nuestro Ministro de Defensa, Mario Yepes. La experiencia y el polo a tierra
del equipo. Experto en barridas. Un hombre centrado que con su liderazgo se ha
ganado ser el capitán.
James
Rodríguez; el mejor diez del mundo mundial. Unos dicen que es el mejor nueve
disfrazado de diez. Determinado y con un pensamiento colectivo que demuestra en
cada partido. El mejor gol del mundial. El mejor jugador de la Fifa en la fase
de grupos. El que lleva más goles anotados, cinco en total. El más de los más.
Mi
favorito: Juan Guillermo Cuadrado. Con esos churcos hermosos, se pasea de
lateral, hace pases acertados, gambetea como ninguno, ese movimiento de
cintura, asusta. Ágil con los pies y aguanta los golpes que sean. Si tiene que
ir por derecha lo hace, pero por izquierda, también. Desequilibra a cualquiera
y tiene excelente velocidad. Lo confieso. Lo amo.
Y
qué seríamos sin la alegría de Pablito Armero. Aparte de ser la banda
izquierda, es potente y habilidoso y es quien arma las ya reconocidas
celebraciones de baile de la selección. Porque aquí se juega como se baila.
Zapata,
el perseverante que ha hecho carrera en la selección desde sub 17; Valdés,
fuerte en el juego aéreo; Zúñiga, disciplinado en la marca; Guarín; vocación de
ataque; Aguilar; criterio para manejar el balón; y Sánchez, el destructor del
juego rival.
Gracias
a todos: a la gacela Ibarbo, a Camilo Vargas, que aunque no ha estado en campo
se mereció estar allí, a Arias, Eder Álvarez, Mejía, Quintero por su frialdad
al definir ese gol, Carbonero, a Jackson por los dos pepazos contra Japón,
Bacca, Ramos y Teo.
Gracias a Falcao, que aunque no pudo jugar siempre ha sido y será un ancla en la selección. Este no pudo ser tu mundial, pero tienes talento de sobra para seguir brillando. En Rusia nos desquitamos.
Gracias a Mondragón, porque la última vez que lloramos juntos fue en la eliminación del 98. Este años lloramos juntos al batir un récord en un mundial.
Pero
ese equipo se pudo formar como lo que es gracias a un argentino, un hombre
ordenado, que llegó con las exigencias necesarias para los jugadores, con su
cuerpo técnico y sin pretensiones más allá que las de rendir para llegar a un
mundial. A Pekerman lo escuché una vez diciendo que su objetivo era jugar siete
partidos en el mundial, pero este hombre va para los ocho que se los pela. Un líder para mostrar.
Con todo esto, entonces, ¿cómo
me piden que no sueñe?, ¿Cómo me piden que le explique a mi hijo mis lágrimas
del sábado de alegría porque jamás había visto a Colombia en cuartos de final?,
¿Cómo me piden que no sueñe con sacar a Brasil del mundial donde son sede, si
tenemos chicos centrados, maduros y profesionales que me ponen a soñar?
A
mí no me digan que no sueñe. Eso es gratis y sueño con que mi selección
Colombia levante esa copa mundial, porque no veo otra selección que se lo
merezca tanto como esta.
Si
no llegamos a la final, no importa. Para mí ya me dieron el mejor regalo del
mundo. He celebrado y gritado todos los goles. He sufrido, me he vuelto la más
creyente orando para que el tiempo termine rápido. He peleado mentalmente con
Pekerman porque me saca a Cuadrado de los partidos, he lavado la camisa más
veces seguidas que en muchos años, he asistido a juntas directivas con la
camiseta de la selección y he boliado bandera desde el carro como nunca antes.
Yo
ya les doy las gracias. Gracias por ponerme a creer nuevamente, gracias por
unir a un país dividido, gracias por darnos tanta felicidad para celebrar, por
demostrar que la alegría y el salero colombiano se lleva en las venas, por
jugar como se baila y por reactivar ese
orgullo de ser colombiana.
Para cerrar les dejo un video hecho por el realizador de Telepacífico, Mauricio Moreno: ‘Colombia: El sueño de una nación por conquistar la gloria’.... Porque se vale seguir soñando
Un video emocionante!!!!